La arquitectura de las estaciones terminales de trenes de Buenos Aires es verdaderamente deslumbrante. Por lo general tienen unos i...
La arquitectura de las estaciones terminales de trenes de Buenos Aires es verdaderamente deslumbrante. Por lo general tienen unos imponentes frentes palaciegos con sus grandes accesos, e inmensos halles donde estĆ”n las boleterĆas, las esperas y toda una suerte de servicios complementarios. Y por detrĆ”s, casi escondidas, unas fantĆ”sticas y descomunales estructuras de hierro a donde llegan los trenes.
Las tres terminales me traen recuerdos de mi adolescencia. La de Constitución me transporta a las ansiadas vacaciones en Mar del Plata o a los interminables viajes al Sur cuando me iba de campamento; la de Retiro, me remonta a alguna escapada en āhora libreā a la casa de algĆŗn compaƱero del cole que vivĆa en zona Norte; la del Once, estĆ” asociada en mi memoria con esa primera salida a la matinĆ© en una discoteca de Ramos MejĆa. Y cada tanto me viene lo que nos contó la López de Carril (asĆ llamĆ”bamos a la profe de Castellano de primer aƱo): a las estaciones mucha gente del interior va a pasear, en busca de un cable con sus lugares de procedencia.
Todo Retiro es una colección de edificios de diversos estilos. Pero, sin lugar a dudas, la Terminal del Ferrocarril Bartolomé Mitre se destaca. Según los especialistas, por su tamaño, calidad técnica y estética puede considerarse entre las terminales ferroviarias mÔs importantes del mundo y probablemente la mejor pieza ferroviaria de la llamada arquitectura eduardiana.
Constitución es un palimpsesto. En la estación sobreviven como capas algunas de sus intervenciones históricas. En realidad fue reedificada como cuatro veces. La primera, que combinaba rasgos neoclĆ”sicos y renacentistas (1864), fue parcialmente demolida para ser reemplazada en la dĆ©cada del 80 por un nuevo edificio en estilo eclĆ©ctico neorrenacentista y para principios de siglo XX por otro con caracterĆsticas afrancesadas, con techos de mansarda y cĆŗpula central, con una imagen que aĆŗn persiste sobre la calle Brasil con frente a la Plaza. Pero hacia la esquina con la avenida General Hornos aparece inconcluso otro edificio de escala monumental construido a partir de 1925 que remeda, vaya a saber por quĆ© asunto, la grandiosidad grecorromana. El contraste es aĆŗn mayor cuando ingresamos a su gran hall, un espacio con una bóveda de cañón corrido de 25 metros de alto (casi 9 pisos), inspirada nada mĆ”s y nada menos que en las termas romanas. La foto de ese hall muestra el aspiracional argentino de los aƱos 20; el exterior, la realidad.
MĆ”s allĆ” de su reciente historia, por la tragedia de Once, de las tres, la que despierta mĆ”s mi curiosidad es la Estación Terminal homónima. Cuando supe cómo se construyó no lo podĆa creer. Es mĆ”s, 30 aƱos despuĆ©s tuve que volver a las fuentes a chequear lo que me habĆan contado porque me parecĆa poco creĆble.
SegĆŗn cuenta el arquitecto Ernesto Reyna Morgan en la colección Patrimonio Argentino, editada por ARQ, en 1896 se inauguró sobre BartolomĆ© Mitre y la avenida Pueyrredón un pequeƱo edificio, compacto, con frentes simĆ©tricos, con un patio central coronado por una claraboya de vidrio a cuatro aguas. Lo proyectó un arquitecto holandĆ©s, Juan J. Doyer, y su destino fue el Edificio de Pasajeros. Pocos aƱos mĆ”s tarde (1899) se lo replicó volumĆ©trica y estilĆsticamente en la otra esquina de Pueyrredón, para que funcionara allĆ la Bolsa de Cereales. AĆŗn puede verse sobre su fachada el busto de Mercurio, alusivo a la actividad original del inmueble.
Pero lo mĆ”s curioso es que en el aƱo 1907, para ampliar nuestra conocida Terminal de Once de Setiembre, el mismo Doyer decidió unir los dos edificios existentes, el de Pasajeros y la Bolsa de Cereales, con un volumen mĆ”s alto. El esquema compositivo utilizado por el arquitecto holandĆ©s reprodujo el esquema del Edificio de Pasajeros original: dos cuerpos iguales a los costados y en el eje de simetrĆa otro mĆ”s alto e importante, una estrategia similar a la que utilizó en 1898 Francesco Tamburini, como ya describĆ en esta columna (ver āLa Casa Rosada es asimĆ©tricaā en arq.clarin.com), cuando por pedido de Julio A. Roca unió a travĆ©s de una gran arcada el Palacio de Correos y TelĆ©grafos con el de Ministerios para darle forma a la actual Casa Rosada.
Fuente original: http://arq.clarin.com/urbano/terminal-clonada_0_865113571.html
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